Corte de bosque
¿El color? No, el color es para más tarde, siempre para más tarde.1
“Corte de bosque” nos abre un nuevo claro en el camino artístico de Manu Blázquez, mostrando por primera vez una serie de obras donde se da el comienzo del color, un comienzo “terroso”. La exposición propone un panorama de trabajos, desarrollados en la periferia de los últimos dos años, donde la geometría se presenta como anhelo de un espacio habitable, así como de un tiempo indefinido, apoyado en múltiples variaciones de grises que tienden a la sanguina. Un conjunto de sinopias donde figura y fondo son la misma cosa.
La muestra abre una serie de ventanas en las cuatro habitaciones de la galería. Son ventanas abiertas a paisaje lentos, hecho de negociación entre la geometría y el temblor. Aparece el color por primera vez en la obra de Manu Blázquez, pero es un color que llega a partir no de la mancha sino por la línea, colores terrosos que se saturan solo por la insistencia de la línea. La relación con la materia provoca el trasvase de formatos: dibujo con tinta de grabado sobre el lienzo de la pintura, manchas con línea, grabados hechos de sol: foto-grafías… Una incisión de dibujo repetida sobre la superficie de la pintura que propone sobre todo la medida del tiempo de un trazo que nunca es contorno. El gesto repetido de marcar la superficie del soporte para confirmar que lo que se traza está hecho de tiempo: son líneas pero podrían ser segundos. La forma aparentemente ordenada que construye un tiempo de ejecución. El ángulo aparece como inicio posible de toda ordenación del espacio, la división doméstica entre lo horizontal y lo vertical. Es la apertura del muro a través del dibujo/sinopia del fresco, al modo de los de Fra Angelico en San Marco. El muro se abre a otros tiempos, pliegues y velocidades. Vemos la ventana, pero seguimos viendo también y sobre todo el muro que la contiene. Las piezas reunidas en Corte de bosque suponen una especie de tomografía manual a escala siempre humana de encuentros entre lo informe y el bloque, un principio de geometría acumulativa que señala primeros espacios. Hay que intuir en el fuera de campo de las ventanas de las piezas de Blázquez la práctica ascética de un trabajo de contemplación, de un rayado casi meditativo, que demanda un espectador a la misma velocidad.
1 Gilles Deleuze, Pintura. El concepto de diagrama. Página 229